fbpx

El impacto positivo de una mascota en el desarrollo emocional del niño.

Un año a transcurrido de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara al Covid – 19 como pandemia mundial, para ser exactos el 11 de marzo de 2020. Y como bien sabemos, una de las medidas principales para hacer frente a esta emergencia sanitaria ha sido el distanciamiento social, lo que ha provocado que desde el pequeño de la familia hasta el adulto mayor experimente un profundo sentimiento de soledad y tristeza.

 

Esto por mencionar las emociones protagonistas, puesto que, de ahí se han desencadenado sentimientos que han impactado el estado psicológico de las personas. Desde el diario de un psicólogo infantil, comparto que hay quienes lo han vivido con la desesperanza de algún día poder retomar sus actividades en un contexto social diferente al que ofrece la familia, principalmente los niños y adolescentes. 

Las tareas escolares y laborales en cada una de las familias han tenido que continuar, pese a la avasallante situación. Y que decir, de los aún más desafortunados que han sufrido el padecimiento y/o el fallecimiento de un ser querido.

Por lo tanto, no es para menos que muchas familias hayan buscado alternativas para apoyar a sus hijos a sobrellevar tan prolongado y difícil aislamiento, además de buscar un “consuelo” para ellos. Una de las alternativas que más ha llamado la atención es la adopción de perros y gatos. 

En familias conocidas por amistad o por la profesión que práctico ha salido a tema cómo quienes ya tenían una mascota, esta a salido al rescate del estado de animo de sus niños y se ha convertido en un medio para fortalecer vínculos como familia: un motivo para salir al patio, ir a caminar, jugar con una pelota, etc. 

En otros casos, quienes nunca pensaron tener una mascota porque no había tiempo para atenderle, porque estaría muy sola, nunca habían tenido uno, pero “el niño ha insistido tanto” que han decidido adoptar a un perro o gato. Y, ¿Esto funciona? ¿Suple las necesidades socioemocionales que brinda la interacción con otros niños? 

Previo a esta pandemia, se han llevado acabo estudios internacionales que confirman los beneficios de tener mascotas en la calidad de vida de los niños, por lo tanto, no se puede dudar que efectivamente la presencia de un perro o gato en el hogar a fungido como un catalizador social ante el estrés, tristeza e incertidumbre. 

Schencke y Farkas (2011) refieren que la tenencia de perros como mascotas es reconocida como beneficiosa para el desarrollo de los niños y que se ha visto en estudios internacionales que los niños tienden a acudir a sus mascotas en los momentos de tensión emocional (Mc Nicholas & Collins, 2001). 

Por otro parte, no podemos hablar de que sustituyan la relación con iguales pero Fogel (1986, citado en Noonan, 1998 y Schencke y Farkas 2011) a través de estudios constatan que los dueños de mascotas tienen necesidades afiliativas más fuertes y que son más responsivos que los que no tienen mascotas, ya que las mascotas permiten experiencias íntimas y de riqueza sensorial, como acariciar, abrazar, hablar, y hacen que sea socialmente aceptable jugar, regalonear, hacer el ridículo y acercarse a completos desconocidos para conversar.

Ahora bien, no sustituye, pero no es menos significativa la relación entre el niño y su mascota, menos en este tiempo de aislamiento social.

En una investigación por Mc Nicholas y Collins (2001) acerca de la percepción que tienen los niños sobre el apoyo social otorgado por sus relaciones personales, aparece que las mascotas puntúan más alto que ciertos tipos de relaciones humanas, caracterizándose, principalmente, por ser considerados proveedores de calma frente a situaciones de miedo o enfermedad, estima y ser buenos confidentes de un secreto (citados en Schencke, 2011). 

Por ende, esto puede explicar cómo es que cada vez ha ido ganando mayor terreno la asistencia de animales en diferentes contextos de atención a la salud física y mental tanto de niños como de adultos. Y, ¿Qué más se puede decir? Pues les comparto, que he tenido desde muy pequeña una experiencia muy cercana con los animales. 

La manera en que mi madre consiguió que dejará el biberón, a los casi 4 años, fue a través de que, a partir de mi deseo de querer un perro, la condicionante fue tener que ceder mi biberón al perrito recién nacido porque su madre falleció después de parir y ella no podría amamantarlo. Al ser la más pequeña de dos hermanos varones con una diferencia de edad de 10 años, fue una experiencia significativa de vida: un medio para relacionarme con mis hermanos y compañero de juego.

 

La compañía y el soporte emocional que brinda un animal desde su carácter tan sencillo, genuino y desinteresado, sin duda ayuda a transitar con mayor facilidad ante las contrariedades en la vida infantil. Hart (2000) dice que los animales en sí pueden ser compañeros conversacionales, aunque no puedan responder de manera verbal, pueden transmitir de forma suficientemente convincente su amor y afecto hacia los humanos. 

De ahí, refiere que esto podría relacionarse con la idea de que hablar o tocar a una mascota es menos estresante que hablar o leerle a un humano (Citado por Schencke, 2011). Por ahora, tal vez el niño no pueda compartir y contarles a sus amigos lo que le entristece, le preocupa, le alegra o leer frente a ellos en el aula, pero nada que una mascota no pueda resolver.  

¿Aún no te convence lo significativo que puede ser para un niño vincularse con una mascota?

• Los niños que tienen relación con una mascota tienden a ser más empáticos y tener mejor autoestima. Esto se debe a que criar y cuidar a una mascota es una manera de apoyo, que incrementa en el niño la sensación de competencia y ser necesitado por otro.

 
• Estimula y hay más probabilidades de que establezca una conversación con un niño desconocido. Especialmente, en el caso de niños introvertidos.

 
• Ante el estrés reduce la presión sanguínea y frecuencia cardiaca.

 
• Es una manera divertida para desarrollar el sentido de responsabilidad y las consecuencias de no serlo.

 
• Motiva a que el niño tenga actividad física (en caso de los perros).

 
• Son buenos compañeros de cuarto, sobretodo en los casos de miedos de tipo evolutivo (Monstruos, oscuridad, a que entre un extraño, etc.).

 
• Modelar e inculcar la adopción como el acto más grande de amor y bondad hacia un ser vivo.

Fuente de consulta:

Schencke, C., Farkas, Chamarrita (2011). Estudio de la vinculación que tienen los niños y niñas escolares con sus perros y los efectos socioemocionales de este vínculo. Recuperado el 15 de marzo de 2021, de base de datos Dialnet.

¡ Gracias por compartir !
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter
Share on LinkedIn
Linkedin
Email this to someone
email

Licenciada en Psicología Infantil por Cetys Universidad, Tijuana. Especialidad en Trastornos del Neurodesarrollo. Ocho años de experiencia en Consulta Privada a Padres y Maestros. Actualmente, coordinadora de Dpto. Psicopedagógico en una Institución Educativa Privada.

Deja un comentario