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5 Señales Significativas para Consultar a un Psicólogo Infantil

Durante los años de práctica como Psicóloga Infantil me he encontrado con padres de familia, principalmente en el entorno escolar; con dudas respecto si deberían buscar apoyo psicológico para sus hijos. Manifiestan como inquietud el cuándo considerar como “grave” determinada conducta y/o bajo qué circunstancias acudir con un profesionista en el área de la salud mental. Como punto de partida, es muy importarte acudir de inmediato cuando se observa en el niño y/o adolescente manifestaciones conductuales inusuales a cómo suele conducirse en uno o varios entornos (Familiar, Escolar, Actividades Extracurriculares, etc.), por lo tanto, inmediatamente se observa un freno en su desarrollo integral y, por ende, en su integración al medio. Las siguientes problemáticas son especialmente objeto de atención clínica puesto que pueden interferir significativamente en cualquier etapa del desarrollo que se encuentre el niño.

1. Ansiedad por Separación: Se denomina como Ansiedad por Separación a un grupo de manifestaciones conductuales que son típicas en algunos niños que están por ingresar o son preescolares.  Incluso se puede prolongar hasta niños en Educación Primaria.  

Estos niños cuando se separan de la casa o de los seres queridos, especialmente de los padres; pueden manifestar tristeza, apatía hacia sus actividades, llanto, berrinches, o retraimiento ante situaciones sociales.

En la escuela pueden presentar dificultad para atender o concentrarse debido  a que se encuentran preocupados y/o angustiados con que sus seres queridos sufran algún accidente (automovilístico, caída de avión, enfermedad). Incluso preocupación excesiva a su propia muerte o la muerte de algún familiar; en general, a cualquier situación que perciban como peligro a la integridad familiar. 

Por otro lado, en algunos niños aparecen miedos a diversos animales, a la obscuridad, a monstruos o ladrones. En niños más grandes (Primaria) manifiestan miedo a crecer a “Ser grande”. 

Dichas manifestaciones conductuales corresponden a un proceso psicológico de tipo evolutivo que se da en la dinámica entre el padre y el niño en función a la separación y diferenciación entre él y el ser querido que es proveedor de seguridad. Este proceso de diferenciación es parte importante del desarrollo de la autonomía y la formación de la personalidad. En ocasiones, dicho proceso se ve impactado por algún evento difícil que haya atravesado la familia o por percepciones elaboradas por el niño a partir de una crianza deficiente.

2. Conducta Regresiva: enuresis y encopresis. Según Nágera (1964), la pérdida del control de esfínteres cuando ya ha pasado la fase de entrenamiento  por un tiempo mínimo de 6 meses, se considera como una regresión permanente y significativa que el niño no está logrando lidiar con los conflictos del nivel más alto y se regresa a un punto de fijación previa.  

Cabe mencionar, que la edad en la que el niño está en condiciones tanto fisiológicas como psicológicas para controlar tanto la orina como las heces es a los 2 años. 

Generalmente, algunos niños logran consolidarlo a los 3 años. Posterior a esta edad, cuando el niño ya ha adquirido la destreza  e inicia a presentar “accidentes” ya sea durante el día o la noche puede ser indicador de altos niveles de ansiedad derivada de situaciones del entorno familiar o escolar. Por ende, se interpreta que el niño no cuenta con los recursos psicológicos a nivel socio-emocional para gestionar y afrontar los estímulos del medio ya que percibe que estos le sobrepasan en función a sus recursos, desplegando sentimientos de inseguridad y angustia manifestados a través de la pérdida del control de la orina y/o las heces. 

El factor desencadenante puede ser: el nacimiento de un hermano, un evento traumático relacionado al cambio de lugar de residencia, enfermedad o muerte de un familiar, cambio de escuela, etc.

En  ocasiones, también podría deberse a alguna afección física, por lo tanto, primeramente debe descartarse en el área médica.

3. El niño con Limitaciones: Cuando hay algún defecto físico o alteraciones en el desarrollo derivadas de cuestiones biológicas; hay repercusiones en las funciones y en el desarrollo de la personalidad total. Por lo tanto, alguna alteración de este tipo en los niños, pueden derivarse sentimientos de frustración, pérdida de autoestima, enojo y deterioro en su desarrollo psicológico que repercute en sus relaciones tanto con iguales como con figuras de autoridad. 

El proceso psicoterapéutico en estos niños consiste en llevarlos a un estado de conciliación con sus limitantes y el niño se ajuste a sus posibilidades. Kennedy (1985) refiere que la intervención psicoterapéutica debe mostrarle no sólo los aspectos desfavorables, sino también los favorables. 

Es decir, apoyarlo en la exploración de sí mismo en aspectos no relacionados con su condición, a fin de que logre desempeñarse como un ser bien integrado y diferenciado a partir tanto de sus áreas de oportunidad como fortalezas. 

Asimismo, se requiere el trabajo psicoterapéutico con la familiar del niño para que propicie a través de sus interacciones un entorno que favorezca el desarrollo cognitivo, social y emocional con el objetivo que se logre la integración.

4. El niño con Problemas de Aprendizaje: El niño con problemas de aprendizaje merece y requiere una atención multidisciplinaria debido a la gran cantidad de repercusiones que tiene sobre la vida. 

 

Existen diferentes tipos y factores que pueden afectar el proceso de aprendizaje del niño. En su mayoría, las limitantes radican de una alteración en el neurodesarrollo. Silver (1984) toma en cuenta una etiología múltiple cerebral:

 

Las dificultades que se expresan en las áreas académicas obedecen usualmente a desordenes del sistema nervioso central (desordenes funcionales y no de daño cerebral estructural) que interfieren con una o más funciones básicas del proceso de aprendizaje: recibir, clasificar, almacenar y expresar la información. También hay evidencias de transmisión genética en estos procedimientos y hallazgos de alteraciones en la bioquímica en el cerebro (pp.13-16).

El tratamiento a elección por las características siempre es pedagógico debido a que en todos los casos se requiere educación remedial y metodología especial para rehabilitación de las funciones (Mykelbust, 1975). 

Sin embargo, es de suma importancia el apoyo psicoterapéutico porque estos niños sufren intensamente al ser en ocasiones considerados flojos, tontos y  desobedientes. Por lo tanto, el auto- concepto y la autoestima se ven deteriorados. 

Cuando el abordaje no se brinda de manera oportuna en el área socio-emocional se convierte en una barrera para que el niño acceda a la estimulación especializada.  Desarrolla impotencia aprendida concepto empleado para denominar a una serie de comportamientos en cascada. Es decir, ante los intentos de afrontamiento fallidos, el niño concluye que tiene la nula capacidad de controlar o resolver el reto presentado. Asimismo, se siente con nula capacidad para controlar el estrés generado por el fallo, por ende existe un mayor riesgo de colapso emocional. 

5. Problemas Especiales con los Padres: Hay problemas especiales en los padres que afectan el desarrollo saludable del hijo, tal como cuestiones de salud mental como alcoholismo, drogadicción, depresión, etc. Violencia intrafamiliar y/o un proceso de divorcio. 

La alteración en la estructura y dinámica familiar puede ser temporal y reversible; no obstante, puede generar un daño significativo y en ocasiones irrevocable en la personalidad del niño que se encuentra en vías de formación. Derivado de estos disturbios en el entorno familiar el niño puede manifestar descenso en el rendimiento escolar, tristeza excesiva, onicofagia (morderse las uñas), falta de disciplina, aislamiento, agresividad y/o cambios en el ciclo del sueño y alimentación.

Como común denominador los niños llegan a psicoterapia cuando los síntomas perturban significativamente su medio tanto en el familiar como el escolar. No obstante, idealmente ante cualquier manifestación conductual atípica en el niño se debe acudir inmediatamente con un psicólogo especializado en el área infantil con el fin de obtener orientación y asesoría.

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Licenciada en Psicología Infantil por Cetys Universidad, Tijuana. Especialidad en Trastornos del Neurodesarrollo. Ocho años de experiencia en Consulta Privada a Padres y Maestros. Actualmente, coordinadora de Dpto. Psicopedagógico en una Institución Educativa Privada.

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